El zumbido de la máquina descolgó una gota que bajó sobre el acero empañado. Gota construida a base de alientos, de mi aliento… del tuyo. Descubriste divertida que éramos testigos cómplices del deslizarse del zumo de alientos. Ruborosa, te enfrascaste en tus quehaceres con tu helado y las paredes del cucurucho, sin mirarme, pero consciente de mi atención. Y surgió una nueva ocasión de complicidad: una niña pidió a saltitos su helado de turrón con voz punzante y dando golpes ansiosos sobre el cristal del mostrador… y llamó tu atención, y la mía, y aprovechamos la ocasión para cruzar de nuevo nuestras miradas… y pasaron tres siglos. Te despertaste con una espesa y fría gota de chocolate recorriéndote las comisuras de los dedos. Benditas servilletas de papel satinado, no absorben, y fue tu lengua inteligente la que borró el marrón de tus manos… y el gris de mi jornada.
Antonio Díaz, Antoñín
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Paseo por la calle, paso por su puerta, paso de largo,
deseo entrar, lo deseo con ansia, deseo tenerlo entre mis manos,
manosearlo, saborearlo, sorber toda su esencia, sentir correr por mi interior
ese grupo dulce, ese grumo plácido, llenarme toda y sentirme plena,
hasta que exhausta diga basta.
Pero no, me prometí a mi misma no volver a caer en la tentación,
debo ser fuerte, debo aprender a renunciar al placer que me supone lamerlo
hasta sentir que se derrite entre mis labios pero, es tanto el deseo que casi duele.
Deseo acabar con él con pequeños mordiscos
Dejo a un lado mis complejos y decido entrar.
Entrar y pedir con decisión ese helado de chocolate que devoro con placer.
Lola González Riveriego
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Adoro Mi Destino
Ansío, deseo, sueño
- erguida, muy erguida;
con la boca ambiciosa y las ganas abiertas-,
que ese helado
amarillo limón claro,
deslice su frescura trémula
entre mis formas tibias.
El aire de la calle es tan caliente
que aquí, sobre mi trono
todo es vapor templado.
Espero ese momento desde siempre
y sé que llegará.
¿Qué más puedo esperar
siendo una oblea
rizada en cucurucho?
M. Martín de la Mota C.